viernes, 18 de diciembre de 2009

Su luna en nada



Surca la nieve en las tierras del norte
el paso de su rumbo solitario,
nadie acompaña al lobo estepario,
sólo la sombra de su digno porte.

Atentos, perdidos, de un brillo zafio,
sus ojos de plata miran al mundo,
mora entre sombras el gris vagabundo,
silencio desierto será su epitafio.

Mas si las estrellas doran el cielo
y la noche baña perla argentada
el viejo lobo descubre su velo,

y aúlla, amargo, hacia su musa amada,
y se disfraza del oscuro miedo
de que el alba torne su luna en nada.

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