miércoles, 20 de enero de 2010

Presente enajenado



El fulgor nacarado de la aurora
engalana el nuevo día; se respira
presente, se deshace el ayer que expira,
el rocío tiembla y huele a aquí y a ahora.

Mis pupilas alzan la vista al frente
y resiguen decididas el sendero
cuyo auspicioso destino certero
es el aliento del sol en Oriente.

Camino y camino, y al caminar
del pasado abyecto a sospechar atino
que son mis sueños la báquica fe
que enajena mi ánimo al pasar.
Llore ahora entre el polvo del camino,
que hoy estoy vivo. Mañana... ¡no lo sé!

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