domingo, 24 de enero de 2010

A la figura del poeta

Un caballero y su lanza,
detractor de la añoranza
en busca de la esperanza,
voz del pueblo y el proscrito,
humilde homenaje al mito,
poeta, su arma el grafito.

miércoles, 20 de enero de 2010

La luz eterna

El pincel de la tarde triste


Entre el oscuro silencio del camino
una luz brilla, a lo lejos.
Una luz brilla y refulge y se inflama
y la melodía de su bruñida espesura
parece contagiar todas las cosas.

Camino extático pos la luz misteriosa,
camino, embriagado y lleno de ella,
y armado de esperanza y librado de presente
me lanzo a la caza de la nueva alborada.

El sol despunta en el firmamento.
Todo lo inunda, todo lo tiñe.
Mas, ¡ay! que el ocaso es temprano,
y los amaneceres, prestados.

La fría noche regresa a llenarme de vacío.
Y entonces, entre el oscuro silencio del camino,
una luz palpita, en lontananza.

Es la luz eterna del eterno viajero.
Es la luz eterna de los que no tienen nada,
y viven de sueños.

Presente enajenado



El fulgor nacarado de la aurora
engalana el nuevo día; se respira
presente, se deshace el ayer que expira,
el rocío tiembla y huele a aquí y a ahora.

Mis pupilas alzan la vista al frente
y resiguen decididas el sendero
cuyo auspicioso destino certero
es el aliento del sol en Oriente.

Camino y camino, y al caminar
del pasado abyecto a sospechar atino
que son mis sueños la báquica fe
que enajena mi ánimo al pasar.
Llore ahora entre el polvo del camino,
que hoy estoy vivo. Mañana... ¡no lo sé!

sábado, 26 de diciembre de 2009

Tierra madre

Está llorando, mamá sufre;

la maltratan y ella llora,

mucha pólvora, olor a azufre.


Y la situación no mejora

pan para hoy y mañana hambre

es lo que le dan sin demora.


Al lavar su conciencia el hombre,

donativo y me descuido,

no es su problema el mundo pobre.


Muchas acciones sin sentido

y teorías sin práctica,

la tierra madre en el olvido:


ÁFRICA.

A la deriva

En el mar de dolorosos recuerdos
que la tormenta de mis lágrimas tiñó
del triste color del amor no correspondido,
hoy he vuelto a perderme, a la deriva
tras los azotes de la tempestad,
en esa aparente calma muero de sed,
rodeado de agua.
Yo el Odiseo perdido, y tu dulce voz,
que con medidas palabras despertó mi sentir,
el canto de sirena que enloquece mi ser.
La luz de tus ojos, el faro de mi Ítaca,
lucero perdido por negros nubarrones;
y la brisa de tu perfume, hoy huracán,
me hizo perder el rumbo, y la esperanza
quebrada quedó.
Hoy he vuelto a perderme,
en el mar de dolorosos recuerdos
que la tormenta de mis lágrimas tiñó...

domingo, 20 de diciembre de 2009

Entre los bosques


Corre en el bosque, grácil Dulcinea,
y de las ondas de tu melodía
en la hondonada derrama la amnistía
del alma triste que el placer abnega.

Salta y ríe, mi ninfa, musa amada,
torna en verde ese deshojado enjambre,
y en lirios muda el espinado alambre
que cercena mi huerta acrisolada.

Bebe el viento en mi arroyo plateado
y toma el fruto rojo en mi manzano,
que preso por ti, su vejez escombra.

Y usa las nubes como fiel heraldo
para susurrar con talle artesano
que el verde nunca se deshará en sombra.

A Marina


El Sol despunta en el horizonte,
alejando las sombras de la Noche
acuchilladas por haces de luz,
que se disipan jugando a esconderse
entre raíces y surcos de viento y azur.
Es una mañana de Abril.
Las gotas de rocío bañan el jardín
como perlas zafiradas de un antiguo Edén,
y el Céfiro acude a besar
las madreselvas que escalan tu ventana
para acariciar tu sonrisa despeinada.
Amenece el día en nuestra alcoba.
Mi mirada cae absorta por el cristal
acrisolado que anuncia un Sol de nácar,
y mi rostro taciturno aún recuerda
aquel sueño -teñido de champac y de ámbar gris-
del que nunca supo el final.
Mis pupilas resiguen las sábanas vacías
con la casi pueril esperanza de verte
en ellas dibujada.
Ha amanecido otra mañana de Iris
y aún no has regresado.
Me pides que no te anhele,
que no añore acariciar tu cabello,
beber de tus ojos de esmeralda
y besar tus labios de húmedo fuego.
Sin embargo, no comprendes.
Quiero ver del día los albores acostado a tu vera,
y respirar juntos de la floresta su almizcle.
Porqué si tu estás lejos, pequeña,
a mi jardín se le olvida que es Primavera.